viernes, 1 de febrero de 2008

El proyecto "Cuando llegaron los españoles. Un encuentro entre culturas en 1808", en Dinamarca.

Aunque no sea una exposición que se celebre en Madrid, y ni si quiera en España, creo que es muy interesante hablar de la exposición "Cuando llegaron los españoles" que se celebra en Dinamarca como consecuencia del bicentenario del envío de un ejército español a apoyar a las tropas imperiales de Napoleón.

Es la historia de un conde de Langeland que formó parte de una colaboración secreta con los españoes que se sublevaron contra su rey. Es la del soldado español que se rompió la pierna y no pudo embarcarse de regreso a España, pero tuvo nueve hijos con su esposa danesa. Es la historia del noble español que, en la playa de Fredericia, prefirió dispararse un tiro en la sien antes que rendirse a las tropas de Napoleón. Es también la historia del desventurado espía británico que, disfrazado como viajante vendedor de chocolate y tabaco, intentó hacer llegar unos mensajes a los jefes españoles en Postgården y Nyborg. Y es la historia del mariscal francés que desistió en su intento de atacar a Suecia pero que acabó sus días como rey de ese país. Y es la del oficial español que salió de Holbæk “como un pirata, a quien le habían arrebatado todo” pero que, cuatro años más tarde, se puso a la cabeza de una huída en masa en Rusia y fue galardonado personalmente por el zar de Rusia.....y es también la historia de las chicas danesas que no olvidaron nunca a sus novios extranjeros.

Se cuentan historias de las cocinas danesas en las que el encuentro cultural se hacía muy palpable cuando se servía sopa de pan con cerveza. Por otra parte, se atribuye a los españoles el haber enseñado a los daneses cómo preparar la ensalada. En varios lugares se señalan sitios concretos en los que se había plantado ajo. Se les observaba con un poco de miedo cuando cazaban gatos y pájaros que después freían o cuando invitaban a comer caracoles o ranas en una salsa hecha a base de aceite, viangre y cebolla.

Se seguían las costumbres de los extranjeros con una mezcla de curiosidad y angustia. Fumaban tabaco enrollado en papel y echaban tras de sí las colillas con el papel ardiendo. Su trato con el fuego era totalmente diferente al de los daneses. En una canción de la época se hace referencia a esa colilla que encendió el gran castillo de Koldinghus:
“¡Castillo de Kolding! ¡Casillo de Kolding! Hay que quemarlo hasta los cimientos con la cerilla del español y el cigarrillo de su boca”

Muchos daneses han crecido con historias sobre lejanos acendientes españoles como forma de explicar un temperamento vehemente o la afición por la guitarra. Nuestra memoria colectiva siente no poco orgullo ante este elemento foráneo. De manera sorprendente, la mención de ese condimento en nuestro carácter, es decir, lo inquieto, lo erótico, la alegría de vivir, ha servido para definir una aceptación del carácter danés como todo lo contrario. En el más puro espíritu nacionalromántico se ha seguido hablando de los orgullosos y apasionados españoles y su sangre caliente. Y estas historias se conviertieron en un romántico secreto de familia colectivo, sobre un amor imposible y un temperamento latente.

Más información en:
http://www.spaniolere.dk/Spansk/index.htm


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