miércoles, 26 de marzo de 2008

El amor al arte de Apel·les Fenosa y Nicole Florensa en la sala de exposiciones de Calcografía Nacional.

La sala de exposiciones de Calcografía Nacional acoge la exposición "El amor al arte", en la que se exhiben las esculturas del artista catalán Apel·les Fenosa junto a los grabados de su mujer, Nicole Florensa.

Organizada por la Real Academia de Bellas Artes en colaboración con la Fundación Alel·les Fenosa, con sede en El Vendrell (Tarragona), que ha cedido las obras, la muestra reúne 57 grabados de Nicole Florensa y 20 esculturas de pequeño, medio y gran formato de Fenosa.
Junto a estas piezas, se exponen también dos retratos de Nicole, uno de ellos obra del pintor catalán Manuel Humbert y el otro de Arpad Szenes, marido de la pintora Vieira da Silva.
El comisario de la exposición es el académico Antonio Bonet Correa, que también fue el promotor de la primera exposición que se hizo en Madrid dedicada a la pareja de artistas en la Galería Biosca en 1967, y que ha querido hacer coincidir la muestra, a cuya inauguración acudirá esta tarde Nicole Florensa, con el veinte aniversario de la muerte del escultor.

Apel·les Fenosa, que pertenecía desde su primera estancia en París en los años veinte al círculo íntimo de Picasso, vivió siempre en directa relación con la vanguardia parisina.
Nicole, su modelo, entró en ese mundo sin problemas, identificándose con el ambiente de una época en la cual la vida del arte y de la cultura, "como la existencia misma de las personas, se desarrollaba como una espiral infinita y envolvente", según el comisario.

Apel-les y Nicole vivieron el París y fueron propietarios de una mansión antigua, el "Portal del Pardo", en El Vendrell. El ansia de poder pasar el verano en Cataluña y poseer un taller en donde trabajar en el estío hizo que los Fenosa comprasen esta antigua casa palacio que la familia Nin había levantado en el siglo XVI y que en la actualidad es sede de la Fundación.
Nicole, cuyos grabados han sido estampados en el taller Lacourriere-Frelaut en París, el mismo utilizado por Picasso, desechó en los inicios de su trayectoria artística el grabado al aguafuerte. Realizó una serie de grabados al buril para, por último, pasar a la manera negra, técnica por la que mostró gran preferencia.

El arte de los grabados de Nicole Florensa, "de sensibles y matizadas luces y sombras", discurre paralelo al de las aéreas y ligeras formas escultóricas de Apel-les Fenosa, aunque cada uno recorre caminos diferentes, en opinión de Bonet Correa.
Mientras el universo de Fenosa es el figurativo de criaturas metamorfoseadas y heridas por el tiempo, de dioses y sutiles y vibrantes seres humanos transformados en vegetales, por el contrario el mundo de Nicole Florensa es más terrenal y de un naturalismo cotidiano.
Los tallos de una planta con los brotes, los pámpanos y los esquejes de una vid, los ramilletes de flores o las cortezas de un abedul, lo mismo que los paisajes de sinuosos senderos con viñedos y olivares en tresbolillo, constituyen los temas esenciales de sus grabados al buril.
Más compleja es su visión cálida de los interiores íntimos y domésticos. Las estancias iluminadas por la luna, las cortinas, las sillas, los muebles y los objetos del salón con las ventanas entornadas constituyen el repertorio de las maneras negras.

Sólo los paisajes urbanos de las ciudades visitadas por la pareja alternan con las despojadas composiciones "zen" de su quehacer plástico.

Por su parte, Apel-les Fenosa (Barcelona, 1899-París, 1988), artista con cultura literaria y musical, "sabe hacer viva la materia que modela en barro con sus temblorosas y sensibles manos".

Con una existencia marcada por la guerra y el exilio en París, estuvo en contacto con los poetas Max Jacob, Jules Superville, Paul Eluard y Jean Cocteau, y también, y sobre todo, con Picasso, que lo protegió hasta el punto de que adquirió más de un centenar de sus esculturas, que siempre conservó.

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