domingo, 18 de julio de 2010

Roger&Gallet: el arte del perfume de 1862 a nuestros días.

El Museo del Traje. CIPE, sin olvidar la heterogeneidad de las colecciones que custodia y consciente de las relaciones que la indumentaria mantiene con otras disciplinas sometidas a la moda como pauta social transitoria, presenta en esta ocasión una singular exposición que pretende mostrar la historia de la toilette y de su diseño gráfico a través de la colección histórica de la mítica casa de perfumería francesa Roger et Gallet; cuyo origen se remonta 1693, año en que Jean-Paul Feminis durante su viaje a Cologne, descubre y perfecciona el Aqua Mirabilis, su "agua admirable".


Desde entonces y hasta la actualidad la firma Roger & Gallet, se ha convertido en sinónimo de la expresión “Cotizado, de Lujo” con creaciones de elevado diseño y calidad. La exposición exhibiría así, la relación de la casa con los diseñadores gráficos más importantes de cada momento, junto con la evolución del frasco de colonia desde sus orígenes. La propuesta se complementa con la exhibición de documentación gráfica que ilustra esa evolución: carteles, fotografías etc.

El agua de Colonia

Se dice que a finales del siglo XII existía una agua extraordinaria llamada "Aqua Mirabilis" con virtudes curativas tan sorprendentes que la Facultad de Medicina en Colonia establecieron la patente con el fin de proteger la fórmula. Legado de la India o de un monje desconocido, composición misteriosa transita un tiempo por la ciudad de Colonia, donde recibe su nombre.

Esta loción de fragancia fresca y ligera era más un medicamento que un refinamiento olfativo y fue vendida en los dispensarios por boticarios del siglo XVIII. Dicha agua milagrosa, de hecho, fue reconocida por sus virtudes curativas, tonificantes y revigorantes. Concretamente, se podía uno rociar el cuerpo, utilizarla para abluciones, ponerla en su sopa, y algunos médicos el prescrivian incluso ¡en inyección!

De esta fórmula pasada a Jean-Marie Farina, fue donde nació la verdadera “agua de colonia Jean Marie Farina”.

Instalado en París en 1806, en la calle Saint-Honoré, el famoso perfumista, único titular del agua preciosa, se convirtió en el proveedor oficial de las grandes cortes de Europa. A petición de Napoleón, creó el "rodillo-emperador", una botella muy innovadora alargada para poder ser introducida en la bota. Así, desde lo alto de su caballo bien podría beneficiarse del singular aroma y la frescura de los cítricos del agua de colonia en todo momento. Se dice que era la Emperatriz en persona quien confiaba a los cocheros la misión de introducir los rodillos en las maletas de viaje de su esposo.

En el siglo XIX, la industrialización convierte el agua de colonia en un producto de higiene universal, de gran consumo, al alcance de todas las clases. En esa época, el producto pasa a ser considerado un clásico y una feroz competencia se instala entorno a este elixir altamente lucrativo. Cada perfumista presentará su propia agua de colonia, adornada con su toque personal: una nota de ámbar, una evocación de violeta, un recuerdo agrio.

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